Aunque pueden parecer similares, la nectarina y el melocotón tienen diferencias clave. La más evidente es su piel: la nectarina es lisa y brillante, mientras que el melocotón presenta una textura aterciopelada. También difieren ligeramente en sabor y textura; la nectarina suele ser más firme, con un toque ácido y muy aromático.
Ambas frutas pertenecen a la misma especie (Prunus persica), pero la nectarina es el resultado de una mutación natural que elimina la característica pelusa del melocotón. A nivel nutricional, comparten muchas propiedades beneficiosas para la salud, aunque la experiencia al comerlas es diferente.
Beneficios de la nectarina
La nectarina no solo destaca por su sabor refrescante, sino también por su perfil nutricional:
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Vitamina C, que refuerza el sistema inmunológico.
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Potasio, que ayuda a controlar la presión arterial.
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Fibra, que mejora la salud digestiva.
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Bajo aporte calórico y alto contenido en agua, ideal para hidratarse en los meses de calor.
Es una fruta versátil, perfecta para consumir fresca, en repostería, ensaladas o incluso a la plancha como acompañamiento.
Un sabor con tradición
Originaria de Asia y presente en Europa desde hace siglos, la nectarina forma parte de la cultura agrícola mediterránea. Su recolección estival es sinónimo de temporada, de campo y de cocina natural.
Hoy sigue conquistando por su equilibrio entre dulzor, acidez y textura, y es una de las frutas de hueso más apreciadas durante el verano.